sábado, 3 de julio de 2010

‘-SI EN VERDAD TE IMPORTA TU PAIS, PROTESTA!!-’

Sergio Reyes II

            Cuando se seque la última fuente de agua y se agote el último pez en el rio; Cuando caiga el último árbol a causa de la sequía o del filo impío del hacha; Cuando las ciguas y barrancolíes ya no vuelen más; Cuando el aire se torne irrespirable y, por los innúmeros maltratos recibidos, la noble tierra se torne infértil y se niegue a parir más,

… Entonces, comprenderán, que el oro no se come y que la verdadera felicidad nunca está asociada con las riquezas y la vanidad.

Comprenderán, también, que los recursos no renovables de una Nación constituyen el patrimonio que nos legaron nuestros ancestros y que, a su vez, tenemos el ineludible deber de transferirlos, lo más intocables y lo menos menguados posible, a nuestros hijos y a las generaciones por venir.

Comprenderán, que en el concierto de intenciones que dieron por resultado la creación del mundo y las cosas que lo habitan, el sabio Arquitecto que concibió esa magna obra asignó papeles específicos a cada ser, a cada molécula, a cada acontecimiento,…

Por ello, nada ni nadie puede considerarse superior a otro en importancia, porque todos somos importantes en el discurrir y sostenimiento del planeta que habitamos; y ante los ojos de Dios!

Y, en ese tenor, el mantenimiento de un mundo en perfecta armonía, con irrestricto respeto a la flora y la fauna, debe ser la pieza nodal para los integrantes de la raza humana, porque, si dañamos el mundo en que vivimos, nos estamos haciendo daño nosotros mismos y pondremos en riesgo a la vida y a nuestra descendencia.

Este mundo en que vivimos está en peligro. Las ambiciones desmedidas, la tozudez e irreverencia de algunos y la inobservancia de las reglas básicas del equilibrio ecológico y la coexistencia pacífica entre las especies del orbe nos están llevando por derroteros de imprevisibles consecuencias que pueden tornarse catastróficas para la humanidad.

El exterminio de innúmeras especies y otras en inminente peligro de extinción, así como la desertificación creciente a causa de la tala indiscriminada de bosques en donde antaño dominaba el brillo enceguecedor del verde vegetal, constituyen los aldabonazos más evidentes del crimen ecológico perpetrado por nuestra generación: la generación del presente!

Y como secuela, ha sobrevenido lo que bien puede ser visto como un castigo divino o que algunos prefieren llamar rebeldía de la naturaleza: maremotos o tsunamis, devastadores huracanes, terremotos, tornados, interminables -e inexplicables- temporadas de lluvias, con su trágico saldo de pérdidas en vidas y propiedades; todo ello agravado por desastres ecológicos como el que en estos días tiene en vilo la actividad en toda el área del Golfo de México y por cuya responsabilidad el mundo entero reclama un castigo ejemplarizador.

Cataclismos, en fin, que ponen en grave riesgo el equilibrio biológico entre las especies y la permanencia de la vida, tal y como la conocemos, en toda la órbita de la tierra.

Las ambiciones desmedidas y el maridaje fatal riqueza-poder conducen de más en más a la humanidad por deplorables derroteros de los que luego será sumamente difícil arrepentirse y tomar medidas para subsanar errores.

Nunca será ocioso repetir, que la defensa de las  riquezas naturales y la preservación de los recursos no renovables debe ser la prioridad fundamental de quienes habitan un territorio, y de manera principal, de aquellos en quienes descansan las riendas del poder, el peso de la autoridad, el imperio de la justicia y la facultad de redactar y/o modificar las leyes.

Y es que, cuando el pueblo deposita su esperanza en sus gobernantes y funcionarios lo hace confiado en que estos actuarán acorde a las aspiraciones y necesidades de sus representados y apegados a los mejores intereses de la Nación.

Los debates, denuncias, protestas y escarceos tras bastidores que se vienen produciendo en la República Dominicana, como consecuencia de las desconsideradas operaciones  de las empresas mineras Barrick Gold y Unigold, han puesto sobre el tapete, la decisión irrenunciable del pueblo de dar un paso al frente en pro de la preservación de los recursos no renovables y el sostenimiento y respeto a la naturaleza y todos sus componentes.

Este país lo tiene todo!”, según reza un celebrado anuncio de una entidad estatal. Tal parece que a alguien se le olvidó que quienes tienen mayor derecho a disfrutarlo, son, precisamente, los dominicanos. Por ello, el pueblo junto a sus organizaciones más representativas, se ha puesto en pie de lucha para hacer saber, en todos los rincones de la isla y del mundo, que no está dispuesto a permitir que las desmesuradas y criminales explotaciones mineras sigan poniendo en juego la salud y la vida de los habitantes de las zonas en donde desenvuelven sus operaciones las citadas empresas.

De igual forma en que ocurrió con el fallido intento de instalar una cementera en el área de influencia del Parque Nacional Los Haitises, en esta ocasión, la vibrante juventud dominicana, ha levantado su voz de protesta y per se o a través de entidades y personalidades progresistas ha dejado sentado su posición irrenunciable en cuanto a la necesidad de proceder a efectuar una revisión de los contratos que amparan las concesiones mineras vigentes, por entender que con las estipulaciones actuales se vulneran los derechos de la Nación. De igual forma, se plantea aumentar los niveles de obligaciones y responsabilidades de las empresas mineras, en cuanto a la salvaguarda del medio ambiente y la reducción de los niveles de toxicidad que ponen en peligro la salud y vida, tanto del personal de las propias empresas como de los habitantes de las zonas aledañas y de expansión.

Y de manera especial, se ha planteado la oposición tajante a la adjudicación  de nuevas concesiones mineras en beneficio de la empresa Unigold, en ciertas áreas de la Cordillera Central ubicadas en plena frontera dominico-haitiana, en donde nace y se desplaza una parte importante de las fuentes acuíferas que irrigan dicha zona y que podrían verse gravemente afectadas tanto en el nivel de su caudal como en cuanto a la pureza y calidad de su aguas.

Es impostergable que el Estado retome el papel de vanguardia en cuanto a encabezar y propiciar políticas que favorezcan a las grandes mayorías nacionales, y en ese tenor, todo aquel que ostente posiciones obtenidas gracias al voto popular debe recordar las obligaciones y compromisos asumidos frente a la Nación y la ciudadanía, al momento de su juramentación.

Para el caso que nos ocupa, resultan sumamente atinadas y aleccionadoras las palabras del apóstol de la libertad  Juan Pablo Duarte, en las que postuló, en una forma que parece gravitar en el tiempo “… nunca me fue tan necesario el tener salud, corazón y juicio, hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.

Esas demoledoras palabras, impregnadas de palpitante actualidad parecen estar dirigidas a todos aquellos que de una u otra forma tienen en sus manos el poder de decisión en el logro de una medida que esté acorde con las más sanas aspiraciones del pueblo dominicano y a ellos les recuerdo que ese pueblo no soportará en silencio la consumación de una vil traición a sus intereses, aún cuando ello fuese encubierto de manera solapada en aras de un supuesto y falso desarrollismo.

Al igual que a los productores del documental Espejitos por oro y a todos los valiosos actores que intervinieron en esa demoledora denuncia, a mí también me duele mi país.

Basta ya del abuso a que vienen sometiendo a la población estas criminales explotaciones mineras!

Dios nos ampare!


Julio 3, 2010; 4:28 a.m.
NYC.

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