viernes, 15 de octubre de 2010

Educación, incidencia y patria

Durante mis primeros años pensé que había sido suficiente. Libros de historias que hablaban de un pasado lleno de lucha por conquistar la libertad, y que impresionantemente cambiaban los temas de atención a medida que sus narraciones se acercaban al presente, hacían creer que todo estaba bien. Es como decir: "Fue difícil pero al fin lo logramos". ¿Y el presente? "Bien, gracias. Si no hay preguntas concluimos". 

Las fábulas de una historia orientada a fines cambiantes explicaban perfectamente la rotación de libros, en vez de nuevas ediciones actualizadas, con cada nuevo gobierno. Esas historias coincidían en contar con tres elementos intrínsecos: figuras a quienes alabar, figuras a quienes odiar y figuras en quienes confiar. Pero no siempre eran iguales. La historia no se explicaba a sí misma ni hacía mayores intentos por dar a entender la razón para que cada cuento surgiera de entre tantos hechos que podían contarse. Era parte de un modelo educativo que responde a un sistema político y cuyos objetivos son tan cortos en visión como claros en su definición. Se supone que todo está inventado y establecido. El educando es botella vacía que debe absorber doctrinas cocinadas. ¡Ay de aquella que intente pensar diferente! Es tapada o en casos más serios convertida en pedazos de vidrio.

Yo pensaba que el mundo cantaba los días en que todo era hermoso. ¡Qué ciego vivía! 

Si la lucha comienza, ¿no ves compañero? Sigue siendo explorada de nuevo la isla por las manos extrañas que piensan que somos los esclavos "sin alma" según nos creían y desnudos los frágiles "indios" que hallaron los que se repartieron millares de vidas. Está siendo burlada también por unas cuantas de sus propias criaturas que no merecen el honor de llamarse hijos de esta patria.

Sin embargo, una generación de hombres y mujeres se levanta; no sólo levanta la voz sino que los sonidos son también de sus propios pasos en el camino hacia el porvenir, de los hierros llenando la tierra de verde esperanza. Emprende la lucha y defiende la vida, con un pensamiento crítico y la voluntad de construir el mundo soñado. Sabe que los cambios son cada vez más posibles cuanto más avanzamos en la propia realización.

Pero sí, es hermoso el camino a la vida, a la lucha que ardiente promete algún día devolver la esperanza a la patria querida de cambiar los lamentos por vasta alegría, y el dolor convertido en promesa de vida.


Cristino Alberto Gómez
14 de octubre de 2010

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