jueves, 15 de diciembre de 2011

Vanessa y Edwin: El milagro de la solidaridad cubana en el campo de la medicina.


Sergio Reyes II.



Además de la profunda valoración paternal y filial de que está revestida la fecha del 15 de Diciembre de cada año para el autor de estas glosas, en la presente ocasión, la citada fecha tambien es recibida con jubilo y alborozo por una familia dajabonera que, luego de verse postrada en las inmensas profundidades del desconcierto y el dolor, finalmente vio brillar la luz de un milagro, al final del túnel.

Esa familia está conformada por Etragildo y Carmen y el motivo de sus desvelos, ahora trocados en alegría, lo constituye la abundante y auspiciosa vitalidad de Vanessa, su hija, quien, luego de rebasar una delicada situación de salud, con pocas –o ninguna- posibilidades de vida, en el presente exhibe una esplendorosa energía, ansias de vivir y todo un derroche de expectativas, proyectadas para ser desarrolladas en el transcurso de su existencia, las cuales, como los ríos de la frontera, brotan a borbotones y corren con la estridencia y grandiosidad que envuelve a la Madre Naturaleza.

Cual si fuese un milagro, este 15 de Diciembre Vanessa arriba a sus trece años rebosante de energía y optimismo, exhibiendo una hermosa y contagiosa sonrisa y haciendo galas de una locuacidad y versatilidad que le auguran papeles estelares en el curso de su existencia. De hecho, con su desempeño actual en un programa de temas infantiles a través de Radio Marién (en el que hace las veces de locutora y Coordinadora) y su participación en las comparsas del carnaval y otros eventos folklóricos locales, empieza a definir un perfil de versatilidad y expresividad que ha de contribuir a moldear su carácter y formación personal.

Aspira a ser Doctora, en busca incipiente de contribuir a ayudar en el futuro a otros que, como ella, en un momento determinado de sus vidas se vieron colocados al borde del precipicio, impotentes y sin esperanzas, a la espera del desenlace fatal, junto a sus atribuladas familias.

-II-


Edwin José es un adolescente en la flor de su juventud que camina erecto, con aire cuasi marcial, por las calles y plazas de Dajabón. En Agosto cumplió los 18 y dentro de sus proyecciones inmediatas planea dedicarse a la práctica del ciclismo y la natación. Recién acaba de concluir el bachillerato en el Colegio La Altagracia y –al igual que Vanessa- sueña con estudiar Medicina, para lo cual está aplicando para una beca en la Escuela Latinoamericana de Medicina -ELAM-, con sede en Cuba.

Su forma de hablar, su mirada, y la seguridad de que están revestidos sus planeamientos futuros distan mucho del desconsuelo, desaliento e impotencia que le embargaban hace apenas 4 años atrás, cuando mas que andar se arrastraba, cual masa informe, incapaz de sostenerse en pie, aquejado desde temprana edad de una terrible Escoliosis Dorso-Lumbar cuyo tratamiento y operación habían sido descartados por diferentes facultativos de nuestro país, aduciendo falta de condiciones, carencia del instrumental adecuado y, mas que nada, insuficiencia de recursos por parte de los familiares, para asumir los posibles gastos que la asunción de dicho cuadro clínico habría de conllevar.

Dicho en breves palabras, Edwin José estaba sentenciado a ser prisionero de un camastro en el que habría de yacer la mayor parte de su existencia, hasta ver llegar el momento de la muerte, ante la mirada impotente de sus familiares y la falta de iniciativas y ejecutorias vigorosas y definitorias de parte del sistema nacional de salud imperante en la República Dominicana.

-III-


El increíble rosario de padecimientos y vicisitudes por los que hubo de transitar Vanessa comenzó antes de sus primeros 6 meses de vida. Con los síntomas de repulsión e incontinencia a la leche le fue diagnosticada una supuesta hernia umbilical, de la que fue operada sin que se observasen cambios favorables en lo inmediato.
Los sucesivos tratamientos a que fue sometida, la consulta con varios facultativos versados en diferentes especialidades médicas así como el recorrido por diversos centros de salud de más nivel y alcance que aquellos con los que cuentan las desprotegidas comunidades de la frontera, no contribuyeron en nada con la recuperación de la salud de la niña. A lo sumo, el cruce de pareceres y opiniones apenas contribuyó con arrojar erráticos y confusionistas dictámenes que aumentaron el desaliento y desesperación de los familiares y alejaban de más en más las posibilidades reales de mejoría.

Mientras unos diagnosticaban insuficiencia pancreática, como origen del problema, otros iban más allá y aducían la supuesta presencia de un cáncer letal. Todo indicaba que habia que asumir medidas heroicas y apelar a la opción de tratamiento y cura en un país extranjero con mayor desarrollo en el campo de la salud -de preferencia Estados Unidos-,  tal y como les fuese sugerido, atinadamente, por la pediatra Soraya Castro, del Hospital Materno Infantil de Santiago de los Caballeros.

Obviamente, las limitadas posibilidades económicas de los padres de Vanessa y su incapacidad para asumir los gastos que implicaba dicha decisión convertían en poco menos que imposible dicho recurso.

Con coraje, disposición y ánimo, los padres de la niña iniciaron una agotadora jornada en pro de la captación de fondos en la que tocaron las puertas de cuanto funcionario, legislador y burócrata estatal les fue posible. Lograron el concurso de entidades, organismos comunitarios, personalidades de la radio y la televisión, periodistas y figuras públicas, quienes arengaron una y otra vez en pro de sensibilizar a la comunidad nacional a fin de completar, aun fuese precariamente, la fabulosa suma requerida para agotar la primera etapa del tratamiento, en un establecimiento medico en territorio norteamericano.

Y mientras tanto, Vanessa languidecía, viendo desfallecer a cada instante sus posibilidades reales de mejoría,  imposibilitada de avanzar en sus estudios y sin poder integrarse en las actividades propias de su edad.

-IV-

En la ciudad de Dajabón tiene su principal base de operaciones  un Comité de Amigos de Cuba de larga data, caracterizado por la efectividad de sus ejecutorias y el dinamismo que le imprimen sus directivos. Lo encabeza Claudio Taváres Belliard, quien está acompañado en sus labores por Chío Villalona y Rafael Camejo, entre otros valiosos jóvenes linieros. Gracias a la diligente labor de estos abnegados activistas comunitarios se ha podido canalizar –con resultados positivos en la mayoría de los casos- el traslado a la isla de Cuba y posterior intervención quirúrgica a un sinnúmero de personas aquejadas de enfermedades diversas entre las que se encuentran el Lupus, Quistes de variada especie, Escoliosis y problemas de la vista. En este último caso, se han reportado más de 1,000 intervenciones de afecciones tales como catarata y Pterigium –conocida popularmente como uña-, las cuales han sido atendidas directamente en el Centro de Diagnóstico integral –CDI-, instalado en la comunidad de Trou Du Nord (Haití) como parte de los convenios médicos entre éste país y el gobierno de Cuba.

De igual forma, este comité desarrolla múltiples actividades que tienen por base fortalecer los vínculos de amistad y solidaridad entre los pueblos de Cuba y la República Dominicana,  facilita ayuda y asesoría para aquellos jóvenes de Dajabón y el resto de la isla interesados en realizar estudios médicos en la isla de Cuba y se mantiene en contacto permanente con la Brigada Médica Internacionalista cubana establecida en Haití, a fin de colaborar y prestar asistencia a cualquier dominicano aquejado de problemas de salud que pudiese encontrar solución en las manos prodigiosas de los facultativos de la patria de José Martí que prestan ayuda humanitaria en esa vecina nación.

Por diferentes vías y circunstancias, tanto en el caso de Edwin José como en el de Vanessa, el Comité Amigos de Cuba con asiento en Dajabón decidió asumir la búsqueda de una evaluación medica más profunda y científica, a partir de una valoración humanitaria, que permitiese definir el origen real de la afección –en ambos pacientes- y sus posibilidades reales de cura.

En el caso particular de Vanessa, ante el agravamiento de la delicada situación que le afectaba, la situación adquirió ribetes espectaculares que obligaron a la toma de una serie de medidas heroicas, casi de novela, que son evocadas en el presente con nostalgia y veneración por sus actores principales.

En lo que a nosotros concierne, como testigo de excepción al que le fueron referidos los pormenores del penoso vía crucis padecido tanto por Vanessa y Edwin José como por los parientes inmediatos de estos y un conjunto de héroes –públicos o anónimos- que les acompañaron en la búsqueda desesperada de una solución que permitiese la preservación de estas provechosas vidas en peligro, solo nos es dable evaluar la importancia de la acción solidaria y desinteresada del ente social, cuando la misma es puesta al servicio de la humanidad.

Y en el caso que nos ocupa, al servicio de gente humilde, sin padrinazgo oficial y sin otro auxilio que la mano de Dios y el concurso de gente buena dispuesta a trabajar en beneficio de los demás.

Gracias a esa noble labor, estos jóvenes de la frontera dominicana fueron atendidos en hospitales cubanos que cuentan con el más alto nivel de preparación tecnológica, científica y humanitaria, sin miramiento de su nivel social ni de sus posibilidades financieras. La presencia de Cáncer fue descartada de plano -en el caso de Vanessa-, y luego de la realización de una serie de estudios a profundidad se le diagnosticó la existencia de un Quiste congénito en el Páncreas, el cual le fue extirpado exitosamente en una ardua intervención quirúrgica realizada en el Hospital Pediátrico William Soler, en la que intervinieron más de 18 facultativos de acendrada formación y prestigio.

El proceso de restablecimiento e inserción en la vida social de esta floreciente jovencita que hoy arriba a sus trece años y cursa el 8vo. curso de la educación intermedia, atestigua que valieron la pena todos los esfuerzos, sacrificios y sinsabores por los que hubo de transitar su familia, así como los afanes de los ejecutivos del Comité, en pro de encaminar su traslado a Cuba para proceder con el debido tratamiento.
Otro tanto podemos decir de Edwin José, cuyo rostro se desborda de alegría y su corazón rebosa de agradecimiento a todos aquellos que contribuyeron con su tratamiento y cura.

El servicio cubano de salud tiene abiertas las puertas de par en par para atender, libre de costos, el seguimiento y vigilancia en el proceso hacia el restablecimiento definitivo de la salud de los citados jóvenes. De igual forma, las aulas de las instalaciones educativas en el renglón medico están abiertas a la espera de estos dajaboneros, quienes han manifestado su deseo de dedicar su vida a luchar por la salud de los demás.

Es por ello que, en este radiante día en que Vanessa Lismairy Disla García arriba a sus trece  venturosos años, no hemos querido dejar pasar desapercibido el eterno agradecimiento, no solo de sus padres y familiares sino de todo el pueblo dajabonero, para con la nación cubana y su eficiente y humanitario sistema de salud. Y de manera especial, a sus dirigentes y lideres, que con sus ejecutorias han contribuido a hacer realidad el milagro de la salud en beneficio de tantos  jóvenes de nuestra comunidad.

Larga vida y salud para Vanessa y Edwin José!
Que se extiendan y fortalezcan los vínculos de amistad domínico-cubana!





Capotillo, Loma de Cabrera.
Diciembre 15, 2011.

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