Debe ser hermoso,
verla llegar de repente
cual gélida ráfaga que entrecoge el alma
y lo envuelve todo.
Debe ser hermoso,
esperarla de pie -no postrado-,
acometerla de frente,
salir a la vereda,
abrir el portón,
darle la consabida bienvenida
y, como viejos camaradas,
compartir, en lo adelante, los temas infinitos
de su abultada agenda.
Debe ser hermoso,
liberarse del fardo,
arrojarlo por la borda,
y acompañarla, en esta senda nueva
de tan ignoto recorrido.
Y, debe ser valiente,
caminar junto a Ella,
aferrado de su mano
pisando el sendero que, sonriente, me señale,
sin penas ni culpas
sin temor ni pavor
y sin mirar atrás:
nunca, jamás!!
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